TÁXI 1
335 Palabras
DRIVER: Benjamín Altamar
CIUDAD: Alameda, California
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—Oiga, chofer, ¿cree usted en Dios?
—Sí.
—¿Y paga usted su diezmo, chofer?
—Ah… no.
—¡Se va a ir al infierno, chofer! ¿No le han enseñado que debe pagar el diezmo?
—El diezmo fue abolido con la llegada de Cristo.
—¿Qué? ¡Deben estar locos sus pastores, chofer! ¿Entonces no contribuye usted para las necesidades económicas de su iglesia?
—Bueno, doy lo que puedo cuando puedo.
—¡Pero qué herejías está blasfemando, chofer? ¿Entonces de qué viven esos ignorantes que le dan instrucción religiosa?
—Nuestros líderes espirituales trabajan en empleos regulares.
—¡Qué insensatez! ¡Con razón no saben nada de liturgia eucarística, chofer! Pero, a ver: ¿De dónde sacan el dinero para construir sus edificios y pagar las utilidades de la iglesia?
—Bueno, toda la mano de obra es voluntaria. Los demás gastos se cubren con nuestras donaciones.
—¡Ya me imagino la clase de establos que usan para reunirse, chofer!
—Pues nuestras casas de adoración sí son muy humildes, pero las mantenemos siempre limpias. Además, Jesucristo nació precisamente en un pesebre, no en una catedral.
—¡Usted y todos esos voluntarios se van a achicharrar en el fuego eterno, chofer! ¿No quiere usted salvarse?
—Sí, claro, pero…
—Dios me ha puesto en su camino para que yo le ayude a salvar su alma, chofer. Todo lo que tiene que hacer es vender lo que tiene —incluyendo su taxi— y darme el dinero para que yo, en un viaje especial que hago tres veces al año a Israel, tire el dinero en el río Jordán.
—¿De verdad quiere usted hacer algo bueno por la gente, señor ministro?
—¡Claro que sí, chofer! Para eso soy un representante oficial de Dios.
—Bueno, lo que le propongo, señor ministro, es que me permita llevarlo —gratis— al puente Golden Gate para que se tire ¡usted! en el Pacífico. De esa manera podrá beneficiarse la humanidad.