500 Palabras
DRIVER: Fortunato Sarabia CIUDAD: San Luis Obispo California
Por fin pude ahorrar los diez mil dólares que necesitaba para ir a mi país natal a financiar un ranchito. Voy en mi taxi al centro de la ciudad a comprar las cosas que voy a llevar. Al momento de pagar un café saco mi fajo de billetes de a cien.
Andando a la tienda siento que alguien me sigue. Giro y veo frente a mí a un ángel con minifalda y sombrerito rojo. ¡Pobrecita! Está llorando.
—No sé si usted conozca a alguien que me pueda ayudar—, me dice sollozando, mostrándome un anuncio en el diario local. —Me saqué medio millón de dólares en la lotería, pero los abogados me piden veinte mil para que que pueda cobrar el premio. Hoy se vence la fecha. Mire, aquí tengo el boleto ganador.
Saca de su bolsa un boleto que coincide en numeración con el boleto premiado en el anuncio.
—Pues… en verdad yo soy taxista, pero no conozco a nadie que …
En eso se acerca un anciano y dice: —Me parece haber oído que necesita usted ayuda, señorita. Mire: —saca un fajo de billetes— ¿Cuánto está dispuesta a darme si le presto el dinero?
—Pues yo le daría el triple de lo que me preste.
—¿Sesenta mil?
—Sesenta mil—, contesta ella.
—¡Que no se hable más!—, dice el viejito, y comienza a contar el dinero.
—¡Un momento!—, intervengo yo. —Usted habló primero conmigo, señorita. Deme chanza de poner yo diez mil para que me devuelva treinta mil cuando cobre.
—Que no se hable más—, dice ella.
Le damos diez mil dólares cada uno y ella los pone en su bolsa.
—Ay, con tanta tensión me duele la cabeza—, dice el ángel con minifalda. —Voy a entrar a esta farmacia a comprar un aspirina.
—A mí no me hacen sonzo—, dice el viejito. —Dele la bolsa del dinero al taxista para que nos espere aquí en la puerta. Yo entro con usted a la farmacia.
Me dan la bolsa con los veinte mil dólares y me quedo en la puerta. Comienzo a pensar. La bolsa me quema las manos. ¿Qué si no puede el ángel cobrar el premio? ¡Voy a perder los ahorros de toda mi vida! No puedo arriesgarme. Nunca he robado, pero —sin darme cuenta— ya voy corriendo con la bolsa bien agarrada hacia mi taxi. Salgo del estacionamiento quemando llanta. Llego a mi casa y me encierro en mi cuarto. Enciendo la luz. Quiero acariciar con mi vista y mi tacto mi tesoro. ¡Mis veinte mil dólares!
Abro lentamente la bolsa… ¿Qué?… No… ¿Qué pasa, Dios mío? ¡Nóóó, por favor Nóóó! ¿Donde está mi dinero? ¿Dónde están mis veinte mil dólares? ¡Me han robado! ¡La maldita bolsa contiene solamente papeles! ¡Me han robado! ¡Maldita rata con minifalda! ¡Maldito anciano decrépito!
¡Pero en verdad la rata asquerosa soy yo mismo! ¡Yo mismo me he robado! ¡Nóóó! ¡Nóóó!
REMIGIO SOL 2013 ©